No puedo verte, al tomar café, no puedo verte.
No alcanzo tus manos; ni tus labios, tus ojos, tu aliento entre mis dientes.
Agazapado, escondido entre desprendidos cojines; aguardo mi hora.
El momento perfecto, imaginado, quimérico, ingénuo, irreal.
Y temo por mi vida, y temo por el fin de las nuestras.
Temo al olvido, temo al llanto, y, la tristeza.
Temo, no volverte a ver.
Me atenaza la duda, de este sentir,
su realidad fuera de mi sufrir.
Fuera de este armario lleno, de lamento y duda.
Almacén de caótico llanto, turba micótica de animal destartalado.